VALÈNCIA. La historia de Los Ángeles está jalonada de crímenes truculentos que, en algunos casos, han acabado convertidos en iconos pop. Los asesinatos de la Familia Manson pusieron fin (simbólico) al sueño hippy del verano del amor en los sesenta. Más de medio siglo después, la imagen alucinada de Charles Manson, líder de la secta, sigue estampándose en camisetas que se encuentran a la venta en Amazon por 20 euros. El crimen ultraviolento de la joven Elisabeth Short, perpetrado en 1947, también ha llegado a nuestros días metamorfoseado en una especie de divertimento colectivo: el disfraz de Dalia Negra (una joven morena de aspecto un poco gótico, con una sonrisa dibujada a cuchillo en el rostro) es todo un clásico en las fiestas de Halloween en Estados Unidos.
Existe, claro está, una ligera diferencia entre ambos casos. La figura de Manson, el hombre criminal, continúa generando una fascinación solo parcialmente irónica, mientras que la imagen mutilada de Elisabeth Short es poco más que un objeto de broma. La escritora, periodista y docente Beatriz García Guirado (Barcelona, 1983) ha buceado hasta las profundidades de este caso sin resolver para demostrar que la víctima siempre, desde el primer minuto, fue una protagonista secundaria de su propia historia. En La chica muerta favorita de todos (Libros del KO, 2025), García Guirado retuerce y exprime el género del true crime mezclando crónica periodística, autoficción y género epistolar para ofrecernos una relectura feminista del caso de la Dalia Negra. El resultado es un libro singular y que exige una lectura atenta, no tanto por el estilo narrativo, que es claro y directo, sino por la cantidad de nombres, datos e historias paralelas que se despliegan en el relato.
Una legión de detectives aficionados
La autora repasa el enjambre de teorías que no han dejado de surgir y evolucionar en torno a este misterioso crimen que lleva 80 años volviendo majaras a todo tipo de detectives aficionados. Aparte del inestimable trabajo de fabulación y transgresión ética llevado a cabo por la prensa sensacionalista de la época, las investigaciones oficiales y extraoficiales en torno al caso han dado lugar a multitud de versiones, a cual más alambicada y peliculera. En el listado de ingredientes hay de todo: desde gánsters, policías corruptos y cirujanos locos hasta personajes célebres, como el artista surrealista Man Ray o el cineasta Orson Welles. No es de extrañar que la Dalia Negra haya fascinado a directores de cine como David Lynch -cuyo filme Carretera perdida (1997) tiene referencias a Elisabeth Short- y Brian de Palma, que rodó en 2006 una película sobre este misterio.
Entre los investigadores obsesionados con el caso durante años destacan John Gilmore, autor del libro Severed, publicado a mediados de los años noventa y del que se dice que es el libro preferido de Marilyn Manson, y Steve Hodel, un ex detective de homicidios del Departamento de Policía de Los Ángeles que aseguraba que el asesino de Elisabeth Short fue ¡su padre!. (El de él, George Hodel).
Sin embargo, parece que Larry Harnisch, un fact-checker del LA Times ya jubilado, es el que se ha aproximado más a la verdad. Es a él a quien Beatriz García Guirado dirige las cartas (sin respuesta) que sirven de hilo conductor del libro. Harnisch lleva veinte años escribiendo su propio libro sobre el asunto, manteniendo en ascuas a una comunidad de personas obsesionadas, desde su sofá, con el macabro asesinato. A través de su canal de Instagram y Youtube se dedica a contestar dudas sobre el caso y a rebatir furibundamente las teorías de sus adversarios (que son los otros detectives). “Va a ser un libro muy interesante de historia cultural, pero siempre he pensado que Larry pierde demasiado tiempo desmintiendo las teorías de personas que sí que intentan ganar dinero con el caso y vender sus libros. Esa es una cosa que no entiendo. Larry no deja mucho lugar a que debatan con él. Quiere el copyright del caso, como lo quieren todos”.

“El de la Dalia Negra es un crimen que atrae como las moscas porque es la metáfora perfecta de Los Ángeles de posguerra, y encaja a la perfección con este sueño de poder salvar a la chica y convertirse en el protagonista. Fíjate en que la mayoría de estos detectives aficionados son hombres y dicen tener alguna conexión, aunque sea lejana, con Elisabeth Short”, señala García Guirado. Hay que entender también que fue en su momento un caso “muy adoctrinador”, porque se produjo en un periodo de regresión conservadora en Estados Unidos. La Segunda Guerra Mundial había finalizado y los veteranos de guerra habían vuelto a sus hogares, restaurando la idea de que la mujer debía regresar a su papel doméstico. Una época con muchos feminicidios. En este contexto, los pocos detalles que se deslizaron a la luz pública sobre la vida de Elisabeth Short la convirtieron en un lienzo en blanco perfecto para volcar la misoginia y el moralismo del momento: era una mujer joven y atractiva, que se carteaba con muchos hombres y que no se sabía exactamente qué hacía allí, en Los Ángeles.
“Hay dos ingredientes básicos que explican esta obsesión colectiva -añade la autora-. Uno fue la forma extraña y grotesca en que Elisabeth Short apareció muerta. Al borde de la carretera en un vecindario de clase media joven en Los Ángeles. Un cadáver cortado por la mitad, con una sonrisa atajada de oreja a oreja, al pie de una vía por la que podía pasar todo el mundo. Un crimen casi performativo, que parecía lanzar un mensaje. Además, su historia encajaba con el noir en aquella época. Se dijo, por ejemplo, que posiblemente era una actriz en ciernes en Hollywood, aunque nadie ha podido llegar a demostrarlo. La prensa de la época se encargó de alimentar mitos”.
“La verdad de este caso ha quedado diluido en un montón de mentiras, y se ha hecho mucha papiroflexia con otras noticias, con otras historias que pasaban en Los Ángeles en la época. O sea, este caso lo que tiene de particular es que desde el momento en que se encontró a la chica se dijeron tantas mentiras que cualquier cosa que pasase en Los Ángeles en 1947 y 1948, o incluso antes, se puede vincular lateralmente al caso y tiene sentido”.
“Hay en todo esto una mezcla de necrofilia, fascinación con la cara B de Hollywood, y un machismo de manual, horrendo. Porque al final es mucho más fácil reconstruir a tu medida la vida de una mujer que está muerta y no puede defenderse, que dedicarte a otras cosas donde sí que puedas ser cuestionado -sentencia la escritora catalana-. Por ejemplo, uno de los mitos más aberrantes y machistas es que tenía una vagina deforme. Este dato, que no es cierto, circuló desde el momento en el que se encontró el cadáver y así se ha estado manteniendo hasta casi el día de hoy. He escuchado a historiadores decir que Elizabeth Shore no pudo ser una persona muy promiscua porque no tenía vagina. Otra teoría llena de prejuicios, y argumentada de forma muy chusca, es que la mató una lesbiana”.

“Esto no es como un true crime al uso -asegura García Guirado-, en el que parece que una chica pura, que sale de su casa, queda con una amiga y de repente muere y no conocía al asesino”. Muchas de las teorías en torno a la Dalia Negra sugieren que de alguna manera ella misma sentó las bases de su muerte: estaba con demasiados hombres; se juntó con gente oscura; se quedó embarazada de la persona equivocada… La realidad es que se sabe muy poco sobre su biografía, más allá de que era una joven de 22 años que vagabundeaba por la ciudad, durmiendo en hoteles o donde la acogían, en un momento en el que en Los Ángeles había un grave problema de vivienda.
¿Se resolverá el misterio alguna vez? “Creo que no se va a saber nunca quién mató a Elisabeth Short o por qué, porque el caso está salpicado de mentiras y errores policiales. No se encontraron huellas en su momento. La investigación se hizo con cierta torpeza y yo creo que es imposible que se descubra. Solo tenemos clara una cosa. No fue una mujer; fue un tipo o varios. Y luego, el hecho de que la matasen, y sobre todo le hiciesen esas barbaridades después de matarla, indica que la persona la conocía. Había un vínculo emocional. Ya sabemos que la mayoría de los crímenes contra las mujeres se producen dentro de un círculo de conocidos”.